Dirección: Calle Bécquer, 1
Tlfno:954 370 195
Horario de Visitas:
Todos los días de 9 a 14 h. y de 17 a 21 h.
Precio visitas Tesoro (museo): Entrada: 3 €   Niños (hasta 11 años) y Mayores de 65 años: 1’5 €

La Macarena o cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza y Hermandad de Penitencia se fundó en 1.595, realizando su primera estación de penitencia en 1.624.

Años después se modificó la denominación de la cofradía que pasa a llamarse de la Sentencia de muerte que dieron a Cristo nuestro Redentor y Ntra. Sra. De la Esperanza, cuya realización se encargó al escultor Felipe Morales Nieto. El Cristo nuestro Redentor es representado en el momento de recibir la sentencia de muerte de Poncio Pilatos. En la actualidad, El Cristo forma parte del primer paso siendo el resto de las figuras: Pilatos sentado en ademán de lavarse las manos en una palangana que sostiene un sirviente de etnia africana; Claudia Prócula implorando clemencia, un señor de raza judía leyendo la sentencia del procurador, dos soldados romanos y dos sanedritas obras de Castillo Lastrucci de 1.929; un tercer soldado romano es obra de Álvarez Duarte de 1.978.

La Virgen de la Esperanza, conocida popularmente como Macarena, la que da fama a la cofradía. Es una obra anónima datada a finales del XVII o principios del XVIII que se ha atribuido a Pedro Roldán, a su hija la Roldana y a Hita del Castillo. Esta virgen tiene la peculiaridad de que no tiene expresión dramática ni dolorosa en su cara,  a pesar de las cinco lágrimas dispuestas en las mejillas.

Hasta la construcción del templo actual, la cofradía tuvo su sede en la parroquia de San Gil. La imagen de la virgen pudo salvarse de un incendio provocado en 1.936, gracias a que ésta había sido llevada a casa de un hermano, donde permaneció durante toda la Guerra Civil. El 32 de mayo de 1.964, la Macarena fue coronada canónicamente por el Cardenal Bueno Monreal en la Catedral de Sevilla. En 1.966 fue concedido al templo de la Macarena el privilegio de ser declarado basílica.

La Hermandad de la Macarena sale en procesión en la madrugada del Viernes Santo, siendo escoltado el paso del Cristo por una centuria de soldados romanos con traje de terciopelo rojo, carcaza y yelmo, conocido popularmente como los «armaos».

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