La Flor de Toranzo

ROGELIO GÓMEZ GÓMEZ
por J. Antonio Garmendia













 
Iba por Sevilla...
Y me encontré con el amigo Rogelio. Verde que te quiero verde. Se llama Rogelio y es bético hasta las trancas. Más verderón imposible. A Rogelio muchos lo conocen por el nombre paterno. El niño de Trifón le llaman. Trifón Gómez fue uno de los numerosos montañeses que un buen día se nos bajó a Sevilla y montó una tiendecilla de ultramarinos , en uno de los detrases más nombrados de Sevilla, el detrás de la Telefónica. Hoy la tiendecilla es próspero y selecto negocio, que el mismo nombre que en sus principios lleva: "La Flor de Toranzo". Trifón alcanzó gran popularidad, popularidad que Rogelio conserva en herencia con orgullo.

-Rogelio, ¿tú crees que el Betis está todavía a tiempo de coger el ascensor?
-Este año subimos, seguro, y de campeones. No se te olvide.

-Dios te oiga, compañero. Para tí, el beticismo, ¿es, más que una adscrición deportiva, una filosofía?
-El beticismo es una cosa menos frívola, más profunda, de lo que pueda parecer. Es una forma de sentir y de vivir la vida. Y, por supuesto, es parte muy importante de las esencias de nuestra Sevilla. Sí, sí, digamos que el beticismo tiene mucho de filosofía.

- Cuyo nombre, para mí, lo mismo que existe el paltonismo, el cinismo, o el senequismo, podría ser el "manqueísmo", la filosofía del "manque", la filosofía de la resignación.
- Pues desde ya, me declaro manqueísta.

-Rogelio, con el corazón en la mano, ¿tú te alegras cuando pierde el Sevilla?
-Naturalmente, para eso estamos.

-¿Tú que sentistes ayer cuando el Atlético de Madrid le cascó el tercer gol al Sevilla?
-Ojú, una alegría infinita. Que poco después se tornó en tristeza.

-¿Y eso?
-Eso fue cuando García estrelló el balón en el palo, y el cuarto gol rojiblanco no subió al marcador.

(Nota: Esta entrevista fue hecha el pasado domingo, horas antes de que el Betis perdiera frente al último de la tabla).

-De cualquier forma, y por encima de tu verderonismo, tu establecimiento es muy frecuentado por palanganas ilustres.
-Sí, señor, magníficos clientes y estupendos amigos. Ten en cuenta, Antonio, que hay muchos sevillistas que son buena gente.

-Ya. Cítame algunos famosos parroquianos de tu casa.
-Abundan. El padre Estudillo, Paco Gandía, que como tú sabes son blanquillos irredentos; y el alcalde, y casi toda la Corporación municipal, en pleno. Y mucha gente del toro. El otro día coincidimos en la cuesta del Bacalao dos clientes famosos y un servidor: Antonio Burgos, tú, y yo, un trío de verdolagas.

-Muchas gracias por la parte que me toca. Rogelio, acabas de citar a la gente del toro. Me consta que eres un gran aficionado a la qué, no sé por qué, llaman fiesta nacional. Si tú fueras empresario de la Maestranza ¿cuál sería el cartel de lujo que compondrías para una ocasión gloriosa?
-Curro, Paula y Pepe Luis.

-¿Con qué ganadería?
-Con cualquiera que embista, que vaya y venga.

-Rogelio, la Semana Santa.
-Ahí, muero.

-Sé que eres baratillero puro.
-Tengo el número 119 de la Hermandad.

-¿Y aparte?
-También soy hermano de la Esperanza de Triana, de la que mi padre estuvo profundamente enamorado. Y admiro a las dos grandes de Sevilla: la Macarena y el Gran Poder.

-En eso de las "dos grandes" sí que no estamos en absoluto de acuerdo. Pero volvamos a tu tienda. La Flor de Toranzo ¿es un bar o una tienda de comestibles?
-Empezó siendo tienda de comestibles. Hoy es un bar, donde también se venden coloniales de alta calidad y botillería de marca.

-Por cierto tengo entendido que eres propietario de una valiosa enoteca dedicada a los vinos de Jerez.
-Es cierto. Tengo los más viejos y raros reservas. Con la única excepción de las bodegas de Osborne, que se ha negado siempre a mis peticiones.

-Entre copa y copa, Rogelio, ficha para el Betis, completamente gratis, un jugador extranjero y otro nacional.
-Stoichkov, y Kiko, el del Cádiz.

-¿Qué opina del sacerdocio femenino?
-Estoy en total desacuerdo. Pero es un tema que le ha dado a un compañero tuyo de periódico, Emilio Rioja, para publicar uno de los chistes con más gracia de los últimos tiempos.

-Sí, lo recuerdo perfectamente.
-Se lo enseñé a un común amigo nuestro, cura, y se tiraba de risa.

-Además, que tú y yo sabemos perfectamente en quién y en quiénes estaría pensando...



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